Como amante de la gastronomía italiana y japonesa, no podía perderme un establecimiento así. En cuanto entras, el decorado es muy original(Aunque honestamente, no termino de ver las lámparas de araña con la efigie de Buda). Lamentablemente fui en Sábado para cenar y estaba hasta los topes de clientela. Al menos, la espera se hizo algo más cómoda en los sofás del lounge. No pedí ninguna copa, pero con la zona de restaurante quedé disconforme. Los camareros no están bien organizados y desde la cocina salieron 7 platos que se acumulaban sin que nadie las recogiese y las llevase a las mesas. Entre que pedimos la comida y comimos, transcurrieron 45 minutos, sumados a la media hora que esperamos a que quedara una mesa libre ¡Y sólo íbamos dos! Total, que aunque llegamos dos horas antes del cierre, temí quedarme sin cenar. En cuanto a la calidad de la comida, los espaguetis que me trajeron estaban demasiado cocidos y el arroz del sushi venía poco compacto. De sabor, muy aceptable.