Si de comida de mar se trata este restaurante debe ser uno de los mejores de Santiago, un comedor que existe desde la década del 70 pero que está solo hace algunos años en la calle Manuel Montt en Providencia. Antes quedaba en la calle Gorbea en el centro de Santiago, local al que nunca fui, pero hoy se cambió a un barrio muy gastronómico, donde he ido en reiteradas ocasiones. Aquí hay de todo tipo de pescados y mariscos muy bien preparados y exquisitos. Los camarones al ajillo o apanados y los ostiones al pilpil son de los más ricos que he probado. En especial los primeros que realmente buenísimos. Lo mejor es el ambiente cálido y tranquilo que hay. La atención es de primera, muy buena, preocupada, personalizada y a tiempo. Los platos no demoran mucho y si así fuese la espera sí que vale la pena. Lo único malo es que la carta de vinos es algo cara, al igual que sus platos, pero de vez en cuando es justo y necesario darse un gusto y los mariscos y pescados sí que lo son.