Este es uno de los secretos mejor guardados de San Miguel; únicamente lo locales, y no todos, las conocemos y disfrutamos. Si andas caminando en la noche por el centro y se te antoja una cena callejera, super local y de lo más sencilla, toma rumbo al Oratorio y justo en la esquina de la calle Insurgentes y Loreto, pegado al muro de la plaza y ya sobre el adoquín que te lleva a subir los escalones de la Iglesia, vas a encontrar un par de mesitas, bancos y anafres. Las«doñas» venden tamales, atole y unas maravillosas gorditas de maíz quebrado al carbón. Puedes ponerle guisados o simplemente frijoles, queso fresco y nopales, esa es mi recomendación; se que puede sonar demasiado básico e incluso poco interesante, pero para comprobar lo que te digo, tienes que ir, sentarte y comer. Para acompañar pide champurrado. Una típica cena mexicana de pueblo; no encontrarás un solo turista.