Cien por Ciento MX

Este es un localito que dice en su fachada «Molino de Café» y abajo «Hora para un buen café», lo cual resulta llamativo junto con el exquisito aroma que expide el lugar cuando uno va caminando. El aroma del día en que lo conocí era el de café de olla, ese que huele un poco a piloncillo. Aunque yo no tomo el café dulce, fue tan agradable que tuve a bien detenerme inmediatamente a saludar al barbado señor que atiende el local y a comprarle un cuarto de café molido para cafetera. Él me mostró el grano para que lo oliera, indicándome que era de Veracruz, aunque él era defeño, lo mandaba comprar allá. Mientras me molía mi pedido, ví que debajo de una barra o mesa estaba un perrito blanco con un sweater para el frío. Le pregunté si no se le iba, y me respondió que era ciego y que ya tenía varias enfermedades producto de su vejez, pero que él tuvo a bien salvarlo de ser sacrificado por la perrera. Después me entregó mi café y recordé que no traía mucho cambio, así que el amable señor se encargó de cambiar mi billete en la miscelánea de junto, con quienes llevaba buena relación. Hay una mesita afuera del local por su alguien desea sentarse a degustar un rico café con algún panecillo, galleta o pay de los que también vende. Me hubiera gustado platicar un rato más con él, me cayó bien y creo que es un buen conversador. Volveré para disfrutar un café y quizá también la charla de un hombre noble y amable.