Este restaurante lo encuentras si sigues el rastro del Noma. Estando en CPH piensas en Noma y cocina nórdica, lo que te lleva a Bror. En el probable caso que no consigas reservar mesa para el Noma, por disponibilidad o presupuesto, este restaurante es una buena opción por varios motivos. Fue fundado en 2013 por un par de cocineros de Noma y es bastante más asequible que Noma; sin ser barato, no os emocionéis. El lugar es muy informal. Es un lugar donde puedes ir vestido como te de la gana que no vas a desencajar. Nosotros fuimos de noche y el local se vuelve íntimo, casi lúgubre, pero todavía desenfadado. Echamos de menos algo más de iluminación porque el colorido de los platos lo merecían. Casi tienes que adivinar qué hay dentro del plato y eso resta algo de valor. El menú de 400KR danesas, aprox 50 euros consta de 3 platos y un postre. No es barato pero es asumible para los estándares daneses. No sabes qué pides y no intentes buscar referencias en la web porque van cambiando frecuentemente. La carácterística común era la complejidad de los platos. Contrastes y sabores bastante inusuales. Muchos elementos en el plato, lo que requería concentración para paladear bien cada uno de ellos y el conjunto. De entrante una caballa marinada con láminas de pepino, pepinillos y una salsa que ligaba todo bastante bien. El toque crujiente lo daba una especie de corteza que no identifiqué de qué estaba hecha. Muy fresco todo para empezar, te abre el apetito. Una propuesta original. De entrante caliente tuvimos la suerte de probar una combinación de lengua de ternera con avellanas, verdes variados, brócoli, setas y una salsa cítrica. Un plato complejo, delicioso y que, una vez más, ligaba todo bastante bien en cuanto a texturas y sabores. La reducción ácida de fondo estaba tremenda y aportaba un jugo muy fresco, contrarrestando la potencial pesadez de comer visceras, setas y frutos secos. Quizá el mejor de los 4 platos que probamos y, sin ser fan en absoluto de las visceras. El plato principal era una merluza sobre una espuma de crème fraîche aderezada con pétalos de rosa con textura crujiente. La intensidad y lo crujiente de la rosa iba perfecto con la neutralidad de la merluza. Sin el toque de la rosa, el plato hubiera sido un plato bien cocinado sin mucho más que contar. La merluza muy en su punto con la parte de la piel muy crujiente. Respecto al postre, de los mejores que recuerdo, no por espectacular sino por mezclar sabores poco frecuentes. Una base de crema de ciruelas para combinar pequeños trozos de ciruela roja con fragmentos de galleta tipo danesa. El plato tenía un toque verde(como no) a base de unas gotas de reducción de eneldo? que lo hacía muy redondo. Muy imaginativo. Genial para cerrar. Es una buena propuesta si quieres saber cómo es la cocina nórdica. No llegamos a probar los vinos pero como es frecuente en restaurantes daneses, se trata de vinos naturales. Aviso que si deséais cenar con vinos el precio se duplica. Podría darle la quinta estrella si no fuera porque ellos mismos no parece que opten a un restaurante 5 estrellas. El detalle de la luz me impidió distinguir bien algunos sabores. Se trata de platos con una alta complejidad en cuanto a combinación de sabores y no poder observar bien el plato lo dificulta. No estoy seguro del todo de haber apreciado bien algunos platos. Por otro lado, algunos platos estaban presentados con ingredientes cortados a tamaños desiguales o, directamente, ramas de verduras enteras. Son detalles que un restaurante 5 estrellas no debería pasar por alto.
Roland S.
Place rating: 5 Wien, Österreich
Eigentlich müsste ich 6 Sterne vergeben, denn das Abendessen im Bror ist einfach fantastisch. Jeder Gang wird mit viel Geschmack und unterschiedlichen Komponenten zusammengestellt, die eine oder andere Überraschung oder«Grenzerfahrung» für Normalsterblicheist auch dabei. Da frisch am Markt eingekauft wird, gibt es das, was dem Koch einfällt. Auch das Serviceteam war sehr professionell und freundlich, stellte die Gerichte gekonnt vor und kümmerte sich den ganzen Abend sehr gut um uns. Auch das unaufgeregte Ambiente, die Teller aus Oma’s Kredenz verbreiten Charme. Wenn ich jetzt gerade an das Artischockenparfait mit Vanilleeis und Holunderjus denke, werde ich ganz wehmütig, dass ich soweit weg wohne.