Vittorio Resto Bar

Es un barcito así nomás, pero la comida es rica (especialmente los carlitos) si por ahí no querés gastar mucho y comer afuera. Es familiar

El tipico «bolichón» rosarino. Desde la «decoración» hasta la comida. Lo bueno es que también hacen para llevar. Vivo a media cuadra y me han salvado muchisimas veces. RECOMENDADO la pizzanesa para llevar: ENORME! COMEN DOS BESTIAS Y TRES NORMALES y viene con papas. Además sale rápido. media horita como mucho. La atención en el restaurante es de las mejores, vieron de esos mozos de oficio que ya saben lo que querés antes de que se lo pidas. La comida es de bolichón, fideos con estofado por ejemplo. No pidas gourmet porque acá no va.

Vittorio es un bar de barrio modernizado un poco con buena pintura afuera, televisores de pantalla plana adentro, mozos que te atienden de la mejor manera. Ubicado hace añares en la esquina de 3 de febrero y Alem, abre temprano y cierra tarde y siempre hay gente, muchas veces en grupitos, tomando café o comiendo algo, conversando o mirando las pantallas donde suele haber o noticias o deportes.
Yo he ido alguna vez a merendar cuando estaba haciendo cosas en el Hospital Provincial que se alza a algunas cuadras y no me daban ganas de irme, de lo cómoda que me sentía, el aire de barrio rodeándote: gente sin apuro, buena atención, el diario arriba de la mesa, las medialunas enormes y el té de leche riquísimo. Después, paso siempre por su esquina en colectivo, y siempre me queda la idea pendiente: un día de éstos tengo que organizar con mis amigas del barrio para comer ahí.
La gente que atiende y dirige el bar tiene la mejor onda, y un día unas amigas lo usaron nada menos que de ¡set de grabación! para un cortometraje de la facultad. Fue muy gracioso, llegar con la cámara y todo el equipo y hasta pedirle a uno de los mozos que nos haga de extra. Recuerdos que quedan de los años de facultad.

Un bodegón para toda hora, para el café, la picada o la cena. Es un centro de reuniones de barrio Martín.
Generalmente siempre está bastante lleno, mucha gente se junta a charlar, a tener una pequeña reunión de trabajo o a mirar los partidos que proyectan en una pantalla.
Siempre me llamó la atención cuánta gente joven va a este bar. Creo que hay jóvenes y gente grande, no hay edad media. A la tardecita/​noche se llenan las mesas de la vereda con grupitos de 3 o 4 chicos tomando una cerveza y comiendo pizza.
Al mediodía ofrecen menúes a buen precio y con rica comida.
El bar está bueno. Las instalaciones no son para nada lujosas pero tienen ese no sé qué de barrio y bodegón. La comida es muy rica. La carta es variada aunque lo que más sale son pizzas, sandwichería y minutas. ¡Ojo con la tortilla de papas! ¡Riquísima!
Cuando vivía por el barrio, solía ir a merendar: un café con leche con un tostado en invierno me reponían el calor en el cuerpo.
Al lado, por 3 de Febrero, tienen un anexo de rotisería para llevar y hacen reparto. También es bueno este servicio.

Un bar que tiene un aire antiguo, anticuado, reconfortante.
Me agrada este bar, como muchos otros clasicones, porque siento que en la actualidad es original ser así y me gusta mucho más que los lugares donde hay «joda» o música fuerte insoportable. Es ideal para comer y tomar algo y distenderse del trabajo. De hecho muchas personas hacen eso en Vittorio.
Tiene un ambiente tranquilo, con atención amigable, que uno se siente como en su segunda casa.
Pizzas, es la especialidad, les salen muy ricas. También la gran variedad de sandwich, abunda la cerveza en casi todas las mesas, el vino con soda y las gaseosas también son frecuentes.
Hacen también otro tipo de minutas o comidas con verduras.
Al mediodia la comida es bien casera, a las tardes la merienda es abundante y absolutamente todos los precios son buenos, baratos.
Es un barrio muy lindo, los momentos pasados en esta esquina son amenos, se ve a la gente leer el diario, un libro o charlar entre amigos.

Sencillamente, es mi bar oficina.
Con todo el sabor del bodegón de antes, con los camareros típicos de bodegón y con la atención que nunca se hace esperar.
Vittorio es la esquina de 3 de febrero y Alem y hace años que lo conozco.
Allí he hablado de trabajo, cerrado tratos, pensado, hablado con mis amigas e incluso ir a pedir los cafés para la peluquería de enfrente.
Sus amplias ventanas y su fisonomía es la del auténtico bar emblemático.
Los platos del mediodía son caseros y riquísimos, con precios que no superan para nada la media de los almuerzos.
Los «carlitos» son espectaculares, grandes y de esos que el queso se estira y si te sobra, te lo envuelven.
Muchas veces me encuentra amaneciendo y los desayunos son espectaculares, medialunas de verdad y esos tazones de café con leche que reconfortan al más pintado.
Hablar de este bar me produce nostalgias de momentos vividos e intensos.
Sus camareros son como de la familia, te traen el periódico y te preguntan cómo estas, te conozcan o no, vestidos de blanco y con la vieja bandeja plateada.
El café de primera, la esquina genial y el ambiente poblado de personas y personajes de la ciudad.