Bar de los Caminantes

La principal virtud es que es barato. Optimo para desayunar unas medialunas (son muy buenas) y un café con leche o tomar una cerveza al paso. No tienen artesanales ni tiradas.
Las comidas no están mal.

Siempre me atrajo este barcito cercano al Parque Centenario, pero nunca había entrado.
Se dio la circunstancia que quería comer algo simple, como en casa y casi de paso, era de noche bastante tarde y no encontraba nada que me convenciera o estaba cerrado.
Recordé este barcito y allí fui, me alegro, porque comí muy bien, simple y rico, como lo necesitaba, ya que no estaba bien del estomago y solo quería un churrasco y ensalada. Tuve surte porque era el ultimo churrasco que le quedaba, me lo sirvieron con ensalada mixta. Buena carne y cocinada a punto justo, como se lo pedí.
Me atendieron bien. Estaban próximos al cierre pero pude comer con tranquilidad y sin apuros, respetaron mi tiempo.
El lugar es pequeño pero muy acogedor, con ventanas que dan a la vista de su esquina triangular. Sus mesas, de madera, son bien cómodas.
Para volver.

No tiene nada novedoso, pero tiene años en el barrio de Almagro /​Parque Centenario, lo cual lo terminó volviendo emblemático.
Es barato a comparación de otros lugares y yo lo recomiendo para una salida espontánea!

Disclaimer: No cursé nunca en las sedes universitarias cercanas a este Bar, lo que me pone de alguna manera en desventaja para juzgarlo. Pero en mi calidad de vivir cerca, alguna que otra vez pase por aquí. La primera vez que vine, en la década pasada, recuerdo que me junté con unos amigos a tomar cerveza, pero no nos trataron muy bien, y no lo visite por muchos años luego de eso.
Recientemente he reincidido. Los nuevos dueños lo han remozado bastante. La carta de comidas está mas sensata; hacen buenas pizzas, y los precios no te arrancan la cabeza. Siempre hay bastante gente, alumnos de las facultades mencionadas, pero de todas maneras hay buen trato y buena actitud. No es mi antro cervecero preferido (ese lujo le cae al Tano de Arriba) pero es una buena segunda opción.

Voy a sincerarme, no es el mejor bar del mundo pero para todos aquellos que cursamos en la sede de Parque Centenario de Ciencias de la Comunicación este bar era nuestra sede para prepararnos para los parciales, para salir a festejar cuando pasábamos un exámen, para reunirnos con tutores por la tesis, para hablar con amigos que necesitan una oreja entre práctico y teórico.
Sí, por todo eso sigo eligiendo los caminantes con un halo nostálgico de medialunas de grasa mojadas en los mejores tazones de café con leche del barrio.
Un barcito chiquito, ideal para curiosos ya que por sus ventanales que cubren dos esquinas podés ver que pasa en el barrio.
La pizza con cerveza fría no está mal si andás por la zona. Importante siempre te dan palitos o maní para picotear.
Igual lo mejor lejos… los tazones de café con leche. No te los pierdas.

De los barcitos alrededor de la facu era el intermedio entre los no tan lindos pero baratos y enormes, y los no tan baratos donde iban los profesores y un público más adulto. Pero siempre fue el más lindo de todas las opciones. En invierno por sus mesas de madera amplias para desparramar todos los apuntes, con tazones gigantes de café con leche. En verano por las cervezas en las mesitas de la vereda, con el sol pegando lo justo y necesario.
No se hace fácil describirlo sin el peso emocional de haber preparado parciales, hacer ganado amigos y también el de haber deseado poder irse después de 6 horas seguidas haciendo un tp.
La decoración es simple pero cálida, carteles vintage y latas. El lugar es pequeño pero los ventanales dejan pasar la cantidad necesaria de luz.

La cantidad de cafés con medialunas que tomé ahí no tiene nombre. Cursé dos años y medio de la facultad a dos cuadras y mi santuario pre y post parciales era este bar. Antes, para juntarme a estudiar con alguna amiga y compartir unas ricas medialunas antes de ir al muere. Después, para festejar con una cerveza y palitos de por medio que se había terminado el examen y que ya podíamos respirar tranquilas hasta el próximo. A veces puede ser medio ruidoso porque hay cinco colectivos que doblan en esa esquina, pero el clima de adentro sigue siendo acogedor. Tiene un no sé qué entre los muebles de madera y las paredes cubiertas de adornos que lo hacen medio hogareño. En verano ponen mesitas afuera y lucecitas en los árboles, muy recomendable para una cerveza al aire libre.

Los Caminantes es un pequeño café de barrio, de esos donde los vecinos se mezclan con los estudiantes que van de a miles a la cercana sede del CBC, antes Facultad de Ciencias Sociales.
Tiene varias mesas sobre la vereda, que suelen estar ocupadas por estudiantes que decide relajarse un rato con una cerveza después de sus clases.
Adentro, un lugar cálido y hospitalario, de esos decorados con viejas publicidades de los cincuentas y letreros de ordenanzas municipales vencidas. Suelen pasar todos los partidos de fútbol posible, y cuando los televisores no están a su máximo volumen es usual escuchar a estudiantes debatir acaloradamente si Bourdieu es mejor que Foucault o si Lacan es o no un autor postmoderno.
La atención no es de las mejores. Incluso, hasta puede ser preferible que a uno no lo atienda el dueño, cuyo buen humor no es su especialidad.
Los precios y la variedad de las comidas lo vuelven un lugar interesante en el barrio. Para comer sándwiches al paso, o algo un poco más elaborado, Los Caminantes ya es un clásico de Parque Centenario.