Creperie Flor

Sí, ya puedo decir que he comido en esta crepería. Tras un intento fallido y algo desconcertante… lo he superado. Quizás ahora comprenda un poco mejor su funcionamiento, pero no lo comparto. Está en el centro histórico de la ciudad, en un lugar muy acertado.
Hemos ido sin reserva, así que si estáis interesados, mejor reservar. El local es acogedor e íntimo, para mi gusto bonito, una decoración tradicional. Servilletas de tela. En la parte superior están los servicios, limpios. Hay que subir escaleras.
La cocina está al lado del comedor, casi puedes ver cómo se hace la comida. La carta se divide en entrantes, crêpes saladas, platos recomendados, crêpes dulces, postre y bebidas. Hay diferentes ensaladas para comenzar y para continuar el plato fetiche de la casa, la crêpe. Tengo que decir que estaba muy rica y con bastantes ingredientes. (Grandes).
De postre pedimos una crêpe dulce con crema de castañas y estaba deliciosa.
Los precios 10 – 14 € las saladas y las dulces de 5 a 7 € más o menos .
Ahora comentó sobre el servicio, la camarera es un poco fría, creo que lleva una forma establecida de trabajar un poco extraña, no hemos podido hacer nuestra comanda hasta que otros que habían llegado antes la han hecho, cosa extraña porque nosotros sí sabíamos lo que queríamos comer y los otros no… Después nos ponía crêpes que no habíamos pedido, (esto le pasado en otras mesas). Solo estaba ella para todo el local, así que quizás esta sea la explicación.
Tres estrellas, si se da la posibilidad de volver a repetir, volveré a vivir la experiencia para tener la posibilidad de comprobar otras sensaciones o ver si son las mismas. Yo valoro la cercanía, el hacer sentirme cómoda y por supuesto la calidad de la comida. Así que esperaremos otra oportunidad para ver si es posible superarlas.

Tenia bastantes ganas de ir a esta creperia, y por fin hoy he podido ir a comer. La carta es variada, aunque tampoco muy extensa. El comedor, es mus hogareño, parece que estuviéramos en el salón de cualquier familiar, puesto que es pequeño y acogedor. Para picar pedimos la ensalada noche, donde abundaba más la hoja verde que el resto de ingredientes, y en cierta manera me ha decepcionado un poco. En cuanto a la creo, estaba rica, aunque hay que dejarle enfriar bastante tiempo ya que al estar gratinada quema mucho y no la puedes saborear. Personalmente, estaba un poquito sosa, pero no por ello mala. No hemos pedido postre porque estábamos muy llenas, aunque nos recomendaron tomar la tarta Marianela que es bizcocho de chocolate con nueces. La próxima vez, dejaremos hueco para el postre.
En definitiva, el sitio esta bien, tampoco es que me haya resultado maravilloso, tal vez llevaba otras expectativas, pero seguro que repito ya que las crepes son deliciosas.

Voy casi siempre a desayunar allí y mi hija siempre se pide una crêpe con mucho chocolate.
La atención es una maravilla y el precio genial también.

Ayer volví, hacía años que no estaba y no recordaba por qué no había vuelto, ahora lo sé.
Pedimos una ensalada para compartir, lechuga, tomate y cuatro tostaditas con queso de cabra; dos creps, una de berenjena y otra de huevo, y una tarta Marianela de postre, también para compartir. A la hora de pedir las bebidas, fue un poco extraño, pedimos vino con gaseosa y nos preguntaron que si queríamos una botella de vino, «sí, claro, ¿es que lo tenéis en tetrabrick?»… Camarera, sentido del humor cero pelotero
Terminamos por pedir el vino, en botella y sin gaseosa.
La ensalada, ramplona; los creps muy buenos, como siempre. La tarta, viene a ser como un brownie, pero que hace 30 años en Zaragoza ni sabíamos que existían, también está buena.
Pedimos dos cafés con hielo (que nos invitaron) servidos en vaso bajo y ancho, un detalle que es de agradecer.
El precio, también, impresionante. ¿Por un primero para compartir, dos segundos y un postre para compartir 25 € por persona?
Yo entiendo un precio así, cuando la materia prima de la que partes para cocinar tiene un precio elevado, pero no es el caso, ni muchísimo menos
Que por una ración de tarta cobren 9.90 €, no me parece normal… que no me llevo la tarta entera
Ah, y el vino, por una botella que cuesta 3.50, nos cobraron 10
Está bueno, pero no al precio que lo cobran.
Al salir recordé por qué hacía mucho que no había ido, ah y por qué ya no hace falta reserva

Las mejores crees saladas de Zgz. De remate la tarta de chocolate es fabulosa.
Local pequeño, pedir reserva indispensable

Uno de mis restaurantes favoritos, sin duda. Genial de precio con sus menús del día por 13 euros entre semana y 15 el sábado a mediodía.
Tipo bistro, ambiente acogedor en local pequeño. La cocina es excelente, imprescindible reservar.
No te vayas sin probar la tarta Marianella, especialidad de la casa.
Yo siempre vuelvo…

Hora de comer!!! La verdad que hasta el momento podemos decir que ir a remolque de otros Unilocaler me ha ido bien, jejeje… Aunque me cueste dar una 2a oportunidad a alguno, verdad?
Como han indicado en anteriores reseñas, local con largo recorrido y de «novedosa» oferta: la crêpe en todas sus dimensiones. Como primer contacto, nos hemos guiado por el menú, digamos, para no fallar. Una escueta ensalada y 7n no más escueto paté de campagne (casero, eso si… Ahí no lo discuto) fue preámbulo a una gratinada rellena de beicon, queso y huevo y otra de ratatouille. Ambas buenísimas!!! Desde luego, entre el «rincón acogedor» del local y la degustación, nos han trasladado al pequeño barrio de los artistas en plena capital francesa.
Para finalizar, la crêpe de chocolate y la tarta especial de la casa han sido más que un digno final.
Sin duda la vuelta será para probar su carta… Mis varios ojos, contando las lentes, le han echado el anzuelo a varias opciones

Noche de chicas… cena y alguna copa… Así empezamos aquel sábado.
Hicimos la reserva y fuimos a la hora. Sólo tuvimos un problema, las cifras bailaron y al final, fuimos una más… La verdad es que la camarera fue bastante borde, nivel «no tengo amigos porque me los comí». Entiendo que al ser una persona más, se trastoquen los planes, pero siendo que reconocimos nuestra culpa y en ningún momento fuimos desagradables con ella, me pareció una salida de tiesto bastante interesante la suya.
Después de estudiar, planificar, jurar y requetejurar, encontró la solución: poner una silla más a la mesa… Yo creo que no se nos hubiera ocurrido a nadie… ufff… las hay listas por el mundo…
Nos sentamos y pedimos. Yo decidí compartir con mi hermana una crêp de espinacas y otra de magret de pato. Y de postre, probé la de dulce de leche (me di cuenta que mi hermana no quería compartirla, por la cara de Gremlin que se le puso al decir «La de dulce de leche es MIA») y yo me pedí la de compota de manzana flambeada al Calvados.
Las crêps eran excepcionales… las saladas tenían los sabores súper equilibrados, y bien cargadas de relleno, nada de crêps raquíticas que dan pena… y las dulces estaban riquísimas. La de dulce de leche estaba buenísima sin ser nada empalagosa (algunos dulces de leche son tan dulces que pica la boca nada más probarlos) y la de compota de manzana estaba increible.
En cuanto a la sala, pues es un salón aprovechado al máximo con una decoración un poco pasada de moda aunque en las paredes cuelgan cuadros en préstamo y los que había en ese momento, eran unas acuarelas espectaculares sobre las cofradías y la Semana Santa zaragozana.
Y el servicio, pues lo dicho, la camarera bastante desagradable, motivo por el que no doy las cinco estrellas… eso sí, no se han quedado con tres, porque había otro camarero por allí que me resultó mucho más atento y servicial.
Resumen: Crêps ricas, camarera raspa y local vintage original.

Deliciosas crepes. La atención y el precio no tan buenos. Ah! No te olvides de reservar

Creperia muy conocida en Zaragoza. Tiene más de treinta años de historia y está situada en pleno casco viejo. El local es pequeño y el trato es muy familiar. El fin de semana es mejor reservar ya que como hay pocas mesas suele llenarse.
Hay una gran variedad. En mi última visita tomé el crêpe Fabian que llevaba solomillo de cerdo, pimientos verdes, salsa de ciruela y nata. Estaba riquísimo y de tamaño era bastante majo. Hay también muchos tipos de ensaladas como entrante y la carta de postres es enorme. Muchas opciones como helados, tartas, flanes, mousses y por supuesto crepes. Me pedí el de dulce de leche y estaba espectacular.
En tema de precios, se podría decir que no es un sitio barato. Los crepes salados pueden variar entre los 10 y 13 € y los dulces entre los 4 y 8 €.
En resumen un sitio distinto para comer o cenar, perfecto para salir de habitual y para mi totalmente recomendable.

Aunque realmente está en la Calle del Temple, este bar– restaurante se dedica principalmente a las comidas más inusuales que la zona puede ofrecer. No peca de exceso en su decoración pero si de comida deliciosa.
Al comienzo de la calle con más bares de marcha de la ciudad, esta ‘Creperie’ pierde puntos cuando se acerca la hora más nocturna al mezclarse en su terraza con la juventud menos controlada. Eso sí, ideal para cenar durante la semana.
Como anécdota, en este lugar me dejó mi primera pareja, y aunque no tengo un buen recuerdo; me comí la mejor berenjena rellena que he probado nunca. ;-P

Esta en en el casco viejo de Zaragoza, en la plaza San Felipe. Es un establecimiento pionero en esto de las creps.
Hay creps dulces, saladas. de todos los tipos que te puedas imaginar. y estan buenisimas. Hay menu del dia y si quieres hasta te puedes llevar las creps a casa. Un sitio diferente y muy recomendable