Valen & Cia

Este lugar es sin duda de los mejores que he estado en cuanto a calidad, innovación y presentación de plato. El precio no lo se porque todavía no me han traído la cuenta pero me es indiferente porque con la buena atención que te dan en este negocio y la mejor calidad es muy difícil que sea caro.
Lo recomiendo, es más es obligatorio probarlo.

Expulsados de Masterchef… el local está chulo, aunque un poco recargado de muñecos y trastos varios. La comida… hamburguesa crudita y tamaño inversamente proporcional al precio. Tienen 3 en la carta sin complicaciones: sin pan, con pan, con pan y loncha de queso (4 pavitos por el queso, toma ya). Cuscús insípido. De postre un coulant a lo fácil (en un vaso).
Bastante caro… con todo mi cariño lo siento chicos pero no creo que vuelva si no cambiáis.

Fuimos por segunda vez a cenar, la primera fue una experiencia agradable pese al ruido, pero esta vez no. Primero lo positivo: la comida muy buena, muy elaborada, buena relación calidad precio si tenemos en cuenta sólo la comida. Eramos 3 amigas y nos sentaron en una mesa grande, necesitábamos gritar un poco para poder conversar debido a la distancia entre nosotras, ya que el ruido en el local era elevado, pero lo peor es que estábamos sentadas al lado de donde tienen los cubiertos y la vajilla y el ruido y golpes de los camareros, que ese día estaban enfadados, era muy fuerte; se gritaban y todo el rato con comentarios incómodos… La verdad comentamos que no volveríamos… De regalo nos cobraron 4 copas de más en la cuenta, que si no estás atento… Siento que salió muy caro para el trato recibido.

Muy bueno. Petite comité, buen trato y ambiente agradable. Steak tartar y tartar de atún muy buenos. Para el postre la cookie una pasada y las bravas muy bien. Una carta de vinos impresionante. Precio un poco alto por persona pero bien merecido, nada mal.recomiendo.

Después de oír hablar de este restaurante, me decidí a probarlo y me gustó, pero menos de lo que esperaba.
El local no es muy grande y con una decoración que ya cansa un poco: sillas de varios tipos, sofás, carta diferente, toques modernos…
La carta no es muy amplia, pero fuera de carta hay muchos más platos, cosa que a mí me pareció excesiva.
La comida estaba bien, pero esperaba algo más.El atún que pedí estaba rico, pero he probado otros más ricos en sitios no tan modernos. El coulant de chocolate estaba rico.
El precio de una entrada, dos platos principales, dos coulants, dos copas de vino y una botella de agua, casi 60 €.A mí, sin ser caro para los precios de ahora, me pareció excesivo para la calidad y originalidad de la comida.

He ido en dos ocasiones a este restaurante ambas entre semana y al mediodía y tengo que decir que me gustó mas la primera que la segunda, imagino que por la novedad. A favor: local chulisimo, carta variada pero sobrevalorada la comida. En conjunto está bien pero un poco subido de precio.

Decoración divertida y comida sabrosa, un buen sitio para cenar con amigos. El principal problema suele ser lo lleno que está y lo ruidoso que es cuando está lleno, pero si consigues sitio la comida merece la pena.

Lo que mas llama la atencion es la decoracion un estilo vintage /​colonial con cuadros de comic y figural gigantes de playmobil… tiene una terraza interior un lugar muy bonito .la comida un poco inferior para lo que cuesta aqui pagas la decoracion … para ir de vez en cuando sabados siempre atope y muchas familias con niños

Para disfrutar de este sitio hay que conocer un poco su historia, pues está pensado y confeccionado por el hijo de las personas que introdujeron la gastronomía vasca en Valencia a través de Gure Etxea, por ejemplo.
Eso se nota en muchos de sus platos, aunque la modernidad tanto en la decoración (se puede comprar todo lo expuesto) como en la cocina llama más la atención que la tradición que subyace, por ejemplo, en sus carnes de altísima calidad y perfectamente hechas.
Para mí su único ‘pero’ es el precio, si bien no excesivo (hamburguesas entre 9 y 11 euros, en el coste promedio de hoy día) sí influido por la zona en la que se enmarca.
Pese a ello, y a la cercanía entre sí de las meses por su escaso espacio, la propuesta gastronómica es maravillosa. Para empezar, porque se cuida el diseño hasta el detalle con una carta en forma de periódico y una tabla de vinos simulando una cinta de cassette gigante, donde destaca que sirven medias botellas para los poco bebedores.
Fui con un amigo y comimos muy sencillo pero sabrosísimo: unas croquetas caseras, pequeñas pero abundantes en sabor, junto con una ensalada de tomate y burrata con trufa. De plato una carne excelente tanto en calidad como en punto y de postre, al estilo Tony Roma´s, una cookie en una sarten con helado de vainilla.
Para una comida o una cena especial, pero basada únicamente en el buen producto y no en propuestas diferentes, me parece un lugar muy recomendable.

Después de que una innumerable cantidad de personas me recomendaran y casi me obligaran a ir a este sitio en nochevieja, menuda oportunidad perdida para ganarse un nuevo cliente.
Todo comenzó por el principio, valgase la redundancia. Pero nada más empezar, la actitud de la que iba a ser nuestra camarera nos pareció un poquito irritante ¿a todos? Si, a todos.
En segundo lugar, la manera en la que estábamos situados en el restaurante era un poco rara, cara a la pared y un poquito, según la que nos apuntó la reserva, y un muchito, según mi persona, más altos que los demás. Además, al estar en pasillo, y este ser zona de paso constante, como es obvio, todos me golpeaban la silla y alguno que otro se enganchaba y me giraba el ‘taburete’, porque silla no era.
La decoración era ¿rara? Esa combinación de estilos de mesas y sillas y decoración parece que haya sido inspirada por una visita a objetos perdidos, por decirlo fino. No pega. Raro. Como un perro verde, pues igual.
Sacaron foie con espuma de violeta y tostaditas para untar. PONED MÁS DE 4 QUE NO NOS DIO PARA MUCHO CON LA CANTIDAD DE FOIE QUE HABÍA!
Después la ensalada, normalita, a excepción de una observación de algo pequeñito verde con unas 6 patitas correteando por la mesa, os lo podéis imaginar, creo.
Pero aún hay más. El rodaballo, crudo. Poco hecho no. Crudo. Eso si, la parte que estaba hecha me la como y estaba buena, menos mal. La carne que nos sirvieron después estaba buena, el sabor me recordaba a las costillas barbacoa del foster Hollywood, que cada uno se tome eso como le parezca.
Todas las mesas iban desacompasadas, cuando unos iban por el tercer plato unos no habían ni empezado y otra ya habían acabado.
El postre bien, ni fu ni fa, y el ambiente después de las uvas tampoco fue una maravilla, y menos después de esta masacre gastronómica por mi parte.
Todos esto por unos flamantes 60 € por persona!
Esta ha sido mi primera nochevieja en Valencia, olé olé y olé. Alegría alegría.