Los churros, en general, están infravalorados. En general con razón, ya que en demasiados sitios te dan un trozo de masa grasienta y difícil de digerir. Pero cuando pruebas lo que hacen en Toribio la cosa cambia. No voy a decir que sean los mejores churros del mundo, pero casi. Una masa perfecta, sabrosa y nada pesada, el punto justo de fritura y siempre renovando las existencias(o eso, o he tenido suerte y jamás me ha tocado un churro revenido) Las porras resultan ligeras, sí, ligeras. Te podrías poner a comer porras y churros y no acabar jamás. Y el chocolate que te sirven, sin ser de otro planeta, es excelente, porque unos churros sin su chocolate no son lo mismo. La única pega, pues que está apartado. Este sitio en Madrid tendría fama mundial. No obstante si pasáis por Sanse(sus fiestas, y en particular sus encierros son un verdadero imán de gente) no dejéis de visitar Toribio, aunque hay que admitir que en esas fechas apenas cabe un alfiler en el local.