Era la primera vez que a mi vuelta de Cádiz me cogía un tren y bueno, como bien dice el texto de Unilocal«he tenido experiencias mejores», al menos en lo que se refiere a la propia estación. Para empezar, entras en el vestíbulo y si ya en la calle el calorazo propio de agosto a las seis de la tarde no era suficiente, toma dos tazas porque la bofetada de calor al cruzar la puerta es mortal. Seguimos por la cafetería si has tenido el valor de quedarte en esta zona y si, como yo, llevas un abanico. Sep, a veces me pongo muy flamenca y me gusta eso de abrirlo y cerrarlo ;P El ser humano, porque entiendo que lo era, que te atiende en el bar es, como os diría, muy desagradable. Atiende con una desgana casi excesiva y su actitud con la gente es de lo peorcito que he visto que es mucho decir… Cuando ya tienes tu billete impreso, porque las modernas lo llevamos en el cacharrófono pero, parece ser que en muchos casos hay que seguir imprimiéndolo, cosa que no entiendo y que de hecho me parece fatal, bajas a las vías por donde pasan los cercanías y donde tienes unos 5 minutos máximo para llegar a tu vagón en ese anden minúsculo. En mi caso, había dos trenes unidos y mi misión era encontrar el vagón 18. Todo esto con maleta y bolso de mano y contra la marea de personas que, igual que tú, buscan el suyo pero en sentido contrario al tuyo. Bueno, muy muy divertido. Si no tenéis nada que hacer una tarde me parece un plan estupendo… Sería bastante sencillo que por megafonía nos orientaran sobre cómo va a entrar el tren en la vía…Oh wait! Lo hacen, pero se oye tan tan mal que no te enteras de nada.