Ayer mi amiga me llevó a este bar, restaurante, cafetería, panadería… Nos pedimos unas cervezas y con ellas vino un platito de cacao frito, pero como siempre que voy a un nuevo bar, voy mirando lo que sacan a los otros clientes, no pude evitar ver el plato de morro que les puso a los de al lado. Para conseguirlo, nos pedimos otra ronda. Estaba crujiente con el punto de sal y antes de que nos diéramos cuenta nos trajo los mejillones. Para rematar, sacó una bandeja con montaditos que fue repartiendo por las mesas. Me gustó mucho el trato que nos dio el camarero, atento y amigable. Cuando vaya a puerto de Sagunto, volveré.