Quinta de los Molinos

El parque tiene dos zonas diferenciadas. Por un lado, predomina un paisaje romántico y por el otro, el aspecto mas agrícola.
Incluye gran extensión de arbolada, pero también edificios y arquitectura de interés.
Es de uso público. Tiene cinco accesos; al sur esta limitado por la calle de Alcalá y por el norte con la calle Juan Ignacio Luca de Tena.
A principios de marzo, este parque es cien por cien recomendable de ver y visitar! El motivo es que se llena de color por el florecimiento de los almendros!, que abundan ;) …y a mediados de abril, el parque sigue lleno de color gracias a las mimosas, pues luego les llega el turno de florecer a estos curiosos árboles.

Es un parque que en esta época del año está en su máximo esplendor, ya que están floreciendo los almendros, y es la arboleda predominante en el lugar.
Está siendo reformado, y este año no tiene césped para disfrutar de un auténtico picnic allí, en una estampa inmejorable rodeado de los almendros en flor.
Como era de esperar, durante los fines de semana en primavera, la afluencia de público es notable, ya que todo el mundo quiere inmortalizar dicho espectáculo de la naturaleza. Si aún no has ido, tienes que visitarlo, y perderte por sus caminos disfrutar del lago y de los rincones más escondidos!

Otro tema que me gusta y con del que siempre estoy a favor son los parques, algo infravalorados en Madrid y, sin embargo, totalmente necesarios para mejorar la calidad de nuestra vida urbana. Por eso, el otro día fui a la Quinta de los Molinos, en un homenaje silencioso al hanami japonés, pero con almendros en lugar de cerezos. Las flores aún aguantarán un par de semanas, creo yo, con lo que estáis a tiempo de disfrutar de este espacio florido por la zona de Suances-​Arturo Soria.
Una cancela milenaria deja paso al enorme parterre donde se alinean los almendros en flor. Más adelante, el parque cuenta con paseos, fuentes y otros rincones más discretos. Hay bancos y lugares sombreados donde sentarse. Al ser espacioso, los transeúntes no se molestan en exceso entre sí, aunque también hay que tener en cuenta que casi todo el mundo que acude a este espacio lo hace en un estado semi contemplativo que contribuye a la calma general.
Suele haber bastante sitio para aparcar (sin parquímetro) y, aunque el entorno es principalmente residencial, no muy lejos hay una plaza con restaurantes y bares, por si aprieta el hambre, aunque yo opté por un picnic en esta ocasión.

Una pena que llevando tanto tiempo en el barrio más haberlo visitado. El problema fue la hora, fuimos demasía tarde,. Con lo que nos oscureció muy pronto y no pudimos disfrutarlo en su esplendor, además de que, lamentablemente está bastante poco iluminado en según qué zonas y, hay partes que, incluso a media tarde se hacen difíciles e incluso peligrosas de transitar.
Lo que llama la atención de este parque es la cantidad de acuíferos, fuentes, pequeños lagos que tiene, la importancia del agua está casi en casa esquina y ayuda bastante a aislarte del mundanal ruido de la m40, la calle Alcalá y Arturo Soria. Es excepcional tanto el olivar como la sección de árboles frutales. Aunque a mi me enamoró la zona alta, con una fuente de aguas termales no potables, varias fuentes, el invernadero, los diferentes molinos de agua (que le dan su nombre al parque) y el palacio de primeros del siglo XX.
Es un parque ideal tanto para pasear como para correr por la variedad del terreno, hay varias lomas, y la parte alta al estar ubicada en pendiente, le da variedad al terreno. Lo único malo que está un poco descuidado.

Un lugar magico lleno de almendras
.te vas con alicate y las abres todas jajaja l, hay mucho sitio para aparcar por si os traeis el coche.

De los parques menos conocidos de Madrid, esta finca de inspiración mediterránea cuenta sin embargo con muchos alicientes:
El estímulo más evidente, en el que hacen hincapié todos los comentarios, es el de los almendros; en primavera debido al espectacular manto florido que lo cubre y en otoño, por el reclamo de sus almendrucos, que atraen a muchos recolectores, algunos de ellos muy profesionales, provistos de la vara de dos metros para atizar el árbol (y que no te dejan ni una almendra descascarillada).
Hay otro elemento que a mi me fascina y que puede pasar más desapercibido. Cuenta en su extremo norte con dos antiguos molinos de viento metálicos que la imaginación asociaría perfectamente en una granja de Kansas, pero que están en plena urbe de Madrid. Producen un efecto muy desorientador (casi tanto como el campo de almendros) y por eso me encantan.
Por último y no por ello menos importante, hay que destacar que la entrada lateral del parque está franqueada por un camino peatonal rodeado de cesped que enlaza varias áreas de juegos infantiles, momento de renacer para niños cansados o/​y aburridos del apacible paseo por el parque.

Este precioso parque de la zona de San Blas tiene más de mil quinientos almendros que en primaveran florecen de forma espectacular. Otro punto a favor es la paz que se respira, precisamente porque a diferencia de los parques más céntricos está muy poco transitado. Un lugar por el que merece la pena coger el metro y alejarse del centro, sin duda os transportará a un Madrid desconocido.

Durante un año estuve trabajando al lado de este parque, tenía que cruzarlo para llegar desde el metro a mi oficina. Y mis compañeros siempre se preguntaban qué carajo me pasaría en la cabeza que llegaba siempre tan contento y feliz al curro. Yo no tengo ninguna duda: era este parque. El paseito diario por él, atravesando el olivar como si por un momento me hubiera perdido por la sierra andaluza, me curaba de todos los malos rollos que pudiera llevar. Y en primavera, cuando florecen los almendros, es un espectáculo digno de los mejores documentales. Es magnífico y es una lástima que muchos madrileños no conozcan esta pequeña joya solo porque está tan alejada de todo lo que viene a ser el mundo civilizado. Yo siempre intento animar a la gente a que vaya, porque la excursión merece muchísimo la pena.

Estamos en abril!!! Aprovechad ahora que los almendros están en flor, para ir a visitar el Parque de la Quinta de los Molinos!
Para los que trabajamos en las cercanias, es un placer coger la comida y salid de la oficina a comer en el parque. Cada día esta opción tiene más adeptos.
El parque discurre sobre un eje central en el que a ambos lados hay bancales con olivos y almendros. El parque en sí es la recreación de una huerta levantina, con su noria, sus pinos carrascos, etc.
Una delicia.

Es uno de los secretos mejor guardados de Madrid, que tengo la suerte de conocer desde hace ya unos años. Entonces yo trabajaba en una oficina junto al hotel Meliá Avenida de América y, para llegar allí, cogía el metro hasta Suanzes, así que tenía que cruzar este parque dos veces al día, por la mañana y por la tarde al volver del trabajo. El paseo era precioso, sobre todo a finales de febrero y principios de marzo, cuando los miles de almendros se cubrían de flores blancas y me sentía transportado a mi amado Japón en plena sakura. Desde entonces he vuelto varios años en esas mismas fechas, para disfrutar de este maravilloso espectáculo que es imposible ver en ningún otro rincón de la capital. Si no lo habéis visto, os aseguro que vale la pena contemplar los almendros en flor, que anticipan cada año la llegada de la primavera. Si vais en otra época también es agradable pasear por este parque, que antiguamente era el jardín privado de la Quinta de los Molinos, un palacete que ha sido restaurado al norte del recinto. El Ayuntamiento de Madrid ha empleado durante años sus talleres de jardinería en recuperar este parque, el palacio, los molinos e invernaderos con acierto. Hoy es un hermoso jardín rústico que nos traslada a otra época, cuando esta zona quedaba fuera de la ciudad.