Flash Flash

Si no me llegan a llevar, ni me planteo entrar al sitio, más que nada porque era de noche y está en un bajo. y tengo que reconocer que es un restaurante al que volveré sí o sí. La decoración del sitio, más bien su concepto, es difícil de explicar. El color blanco es predominante, con algún vinilo de señoritas fotógrafas, y con proyectores para ver el fútbol o lo que se tercie. No sabes muy bien si es todo muy moderno o pensado hace unas décadas, y para acabar el desconcierto, los camareros van con esas chaquetas (blancas también) con ribetes en las hombreras. Todo como muy así.
Una vez superado ese desconcierto, tengo que decir que es MUY espacioso, la terraza tiene pintaza (aunque ese día llovía) y el servicio es muy bueno.
Y lo más importante, la comida es, sencillamente, deliciosa. Haceos un favor a vosotros mismos y pedíos unas patatas bravas (nada que ver con las que se suelen comer por ahí, ni en sabor ni en concepto), una tortilla de trufa (genial), y una hamburguesa con alcaparras (os lo dice alguien a quien no le gustan las alcaparras). Te las sirven con muchos tipos de mostazas. También muy interesante el schnitzel, ese filete empanado gigante, suave y con la fritura perfecta. Por si lo salado no fuera bueno, tienen un helado de marron glacé ESPECTACULAR. El precio es algo alto, pero merece la pena sin dudarlo. Bravo!

Sitio cómodo y muy agradable. Tanto dentro como en la terraza. Cuando yo fui no se puede reservar, por lo que a veces toca esperar a que otros acaben o toca ir a cenar pronto. El servicio es atento y rápido. El precio, en la media.
Las tortillas son muy buenas. Hay de mil tipos y muy ricas. Recomendabilísimo probar la de trufa,… exquisita. Quizá para compartir, que la trufa es contundente! jaja
Ensaladas, huevos rotos,… todas las raciones que he tomado allí, estupendas. He ido ya varias veces y seguiré yendo.

Aunque el auténtico flash flash es el de barcelona, al madrileño no le hace sombra, es un sitio genial para comer entre semana, lleno de gente que trabaja por el barrio ya que el servicio es óptimo.
De la carta reseñar el pan de cristal con tomate, la tortilla de trufa y las hamburguesas.

Lugar un tanto peculiar, si antes de ir ya te dicen que es una tortilleria y ademas entras en la web cuando llegues al lugar, pensaras como yo que te has equivocado de dirección. Tenia en mi mente que sería un bar de los típicos Madrileños con una decoración algo antigua, pero no.
Desde fuera te podrás dar cuenta que es un Restaurante muy amplio donde la decoración y la luz natural es una de sus prioridades, con paredes blancas y mujeres con cámaras en negro y muchos ventanales, muy moderno, uno de los puntos que te dejan un poco perdido es el uniforme de los camareros, ya que van vestidos a lo antiguo con chaquetas y pajarita, cosa que a mi me encanta, se ve que es un personal que lleva años trabajando en el sector y son muy profesionales a la misma altura que simpáticos y atentos.
Si es una tortillería y se supone que eso es lo que se va a comer pero nosotros no, solo pedimos una tortilla para probarla, yo no soy muy amantes de ellas en general pero tengo que decir que esta me encanto, al partirla te darás cuenta que están muy poco hechas, esta llevaba coscorrones de pan y queso, esto lo pedimos para compartir entre 3.
A continuación pedimos hamburguesas, las tres que habían en la carta para poderla probar todas, al traérnoslas ya vemos que las sirven sin pan y la carne ellos la recomiendan pedirla poco hecha ya que es una especia de steak tartar pasada un poco por la plancha, el sabor de la carne buenísimo, la que mas me gusto de las tres fue una que venia toda envuelta en queso, todas vienen acompañadas por una papas fritas cortadas muy pequeñitas y un tomate al horno, la verdad es que en todo lo que probamos se nota mucho la utilización de productos de primera calidad.
Quizás por mucho que la carne esta espaciada y con cosas dentro parecerá sosa por eso tienen un caja de madera con 6 diferentes tipo de mostazas vale la pena probarlas todas con cada pedazo de carne, hará que la disfrutes mas.
Y por ultimo los postres que tengo que decir que para mi es el punto débil del lugar, postres con nombres muy fuertes pero con sabores bastante ligeros, es una opinión bastante personal ya que me gustan los postres con sabores intensos.
De precio no es barato pero estas pagando zona, calidad de alimentos y buen servicio, que para mi es lo principal para no sentirme que me robaron.

Aunque la decoración sea bastante alabada, reconozco que a mi no me va mucho. La comida está bien, sin grandes alardes. Merece la pena conocerlo por las tortillas, y por las hamburguesas que no son tales, sino una suerte de steak tartar ligeramente cocinado

Si quieres llevar a un extranjero a comer tortillas de todos los sabores y colores este es el lugar, he ido 3 veces y sigo sin tener mi favorita.
Por ahora he probado 6, las mejores: la de morcilla, mac&cheese y la de salmón.
Fui una vez con un par de amigas y otra de las veces con un grupo de 10 amigos y la pasamos muy bien, relación calidad precio ok.
Recomiendo compartir siempre las tortillas y así puedes probar varias.
Decoración moderna, buen servicio.

Restaurante muy agradable, con una decoración bastante graciosa en blanco y negro, haciendo honor a su nombre.
Nos dieron de cenar a las 11.30 sin ni siquiera pestañear, lo cual se agradece.
Pedimos la ensalada kirin, que estaba muy fresca y sabrosa (me encantaron las semillas de calabaza con el tomate seco), una tortilla de patatas gallega, que llevaba pimientos, cebolla caramelizada y chorizo (muy jugosa, así que si a alguien le gustan las tortillas bien cuajadas, lo pediría expresamente) y unas hamburguesitas que estaban bastante bien.
Nos sobró comida, y eso que estábamos con mucha hambre, así que las cantidades deben ser abundantes.
De precio me pareció muy bien también, salimos a 16 euros por barba y habiendo tomado copa de vino tinto.
Tienen también una zona de copas y una especie de terraza-​lounge que parece más para fumar que otra cosa, al menos ahora en invierno.

Sitio muy espacioso, aunque las mesas están muy encajadas unas con otras y puede llegar a ser algo incómodo.
La tortilla de trufa, sencillamente espectacular. Recomiendo pedir el surtido de mini-​hamburguesas. Si alguien quiere pedir otro punto de carne tienen una escala para todos los gustos, aunque creo que en su punto o poco hecho son las mejores.
El trato muy amable y cordial. Me quedo con la hamburguesa Monty, aunque la Cadillac tampoco desmerece con la cubierta de queso fundido que lleva.
De visita obligada si quieres tomar las mejores tortillas y hamburguesas de Madrid.

Impresionante restaurante, donde a parte de un trato impecable, la carta y la calidad de la comida es más allá de lo genial.
Impresionantes tortillas, deliciosas hamburguesas y postres para morirse.
Abstenerse fans de las tortillas muy hechas, aquí las hacen como a mí me gusta!

Es mi primera visita a este restaurante y en conjunto he salido muy satisfecho.
Hemos compartido una tosta de salmón simplemente de-​li-​cio-​sa, con un pan sutil y crujiente y una combinación de ahumado y aguacate muy acertada, más una muestra de ensaladillas muy bien presentada, de la que no ha quedado nada en los platos.
Por el contrario, las tortillas, que son el plato insignia de esta casa, me han supuesto una pequeña decepción ya que las traen muy poco hechas y una de ellas rezumaba huevo crudo. Sé que hay quien las prefiere así, pero a mí me gusta que la tortilla, sin estar seca, quede bien cuajada. La próxima vez que coma aquí procuraré pedirlas bien hechas.
Como postre un excelente strudel de manzana, una ración justa para no empalagar y dejar una buena sensación en la boca.
La decoración me trae muchos recuerdos de los años 70 y me parece todo un acierto. En cuanto al servicio, atento sin resultar agobiante. Volveré, sin duda.

Está en lista, un local muy amplio y luminoso que apetece probar pero me decepcionó muchísimo. Tomamos la tortilla de trufa que tenía una textura como precocinada y la de cebolla nada destacable. En general, comida muy regular con un servicio poco amable. Además, al final no sale nada barato, unos 29 € persona.

Soy una entusiasta de la tortilla de patatas. Casi podría decir que es mi comida favorita, así que este paraíso de las tortillas tenía que gustarme casi por obligación. O no, precisamente por lo mismo: porque soy exigente. Pero lejos de decepcionarme, me ha sorprendido para bien. ¡Qué maravilla! La carta está compuesta en su mayor parte por eso, por tortillas, no sólo de patatas, sino también de las otras, de las «francesas», pero con multitud de cosas. El día que estuve probé una de jamón ibérico y setas que no podía ser mejor, otra de patatas, cebolla y pimiento verde excelente (para mi gusto, demasiado poco hecha, pero es que a mí me gustan más cuajadas… la próxima vez lo diré al pedirla), y una tercera de patatas con butifarra sorprendentemente sabrosa. Las preparan en forma de tortillas redondas, pequeñas, individuales, primorosamente hechas y en su punto de temperatura al ser servidas. La carta es para volverse loco, todo apetece, pero hay que elegir y te quedan ganas de volver para probarlas todas.
De entrada, unas croquetas de cocido y jamón de sobresaliente, y una ensalada de aguacate y salmón ahumado, sugerencia del día, magníficamente presentada y deliciosa. La tosta de aguacate y salmón también es de las que no se olvidan, con un pan ligero y muy crujiente, de ensueño.
Los postres no se quedan atrás. Multitud de tortillas dulces que probaré la próxima vez. El helado de vainilla años veinte, toda una sorpresa (un sabor a vainilla intensa, con un punto familiar que recuerda las natillas… delicioso). El de coco con mermelada de naranja amarga, muy rico también. El strudel de manzana, excelente. Tibio, en su punto justo de especias, sin camuflar el sabor de la manzana.
Y si a una comida tan rica y tan bien preparada le añadimos un local amplio, luminoso, decorado en tonos blancos, con la omnipresente silueta de una mujer muy años 70 (¿podría ser Teresa Gimpera?) haciendo fotos con una cámara con flash (de ahí el nombre del local, que tiene su casa-​madre en Barcelona), no puedo sino darle las cinco estrellas. Camareros a la vieja usanza, de pantalón negro y chaqueta blanca, muy atentos y educados, pero sin agobiar, muy al estilo del barrio señorial donde está situado. Un domingo a mediodía estaba lleno de familias del barrio, con niños y abuelos, todos muy elegantes. Y sin embargo, no es un local en el que te sientas incómoda, quizás por lo amplio y grande que es, y lo variado de su público, gracias a una relación calidad-​precio-​zona excelente.
Un sitio diferente, y al mismo tiempo, como de toda la vida. Una combinación extraña, pero altamente recomendable. Me ha encantado.

Tiene una carta con decenas de tortillas diferentes, con patatas, verduras, pescados… Mis tortillas favoritas son la mallorquina cebolla y sobrasada, y las de queso o la de tomate y champiñones. No son muy grandes, pero así te da la opción de no quedarte lleno y probar las dulces que tienen de postre, como la tortilla suzie, rellena de mermelada de fresas
Pero no sólo de tortillas vive este restaurante, tienen un buffet increíble de ensaladas entre las que destaco la makuki, la de jamón y queso y el trío de ensaladillas. Y las hamburguesas también son excelentes, a mi me encanta la cadillac.
El ambiente un poco pijillo, lo común de la zona, y entre semana está lleno de oficinistas trajeados.

Flash Flash es un sitio legendario de Barcelona que hace unos pocos años abrió en Madrid. En Barcelona lleva toda la vida, y lo normal es encontrarte a todo el mundo allí, famosos y plebeyos. En Madrid han abierto un local cuya decoración imita a la de su predecesor: las famosas fotos de la chica sacando fotos, muy pop-​art todo.
Lo mejor del sitio es que a pesar de tener aspiraciones modernas, guarda en lo que al servicio se refiere los estándares old-​school, es decir, camareros uniformados y serviciales, un maitre con experiencia etc…
A pesar de que es famoso por sus tortillas, a mi me encantan las hamburguesas. Son díficiles de describir, pero las hacen de una manera que la carne se queda tostadita por fuera y jugosa por dentro, y se nota que los ingredientes son muy buenos. Recomiendo la Flash Flash, con alcaparras. Deliciosa. La verdad es que es un sitio que no es caro, con una carta muy amplia y apetecible y con un local muy divertido.

Me encanta la tortilla, por eso en cuanto oí hablar de este sitio fui enseguida a cenar allí y, al ver la carta, casi me vuelvo loco con los más de 50 tipos que ofertan. Pedimos tres diferentes: tortilla de morcilla, tortilla de patatas y tortilla de macarrones y queso; ninguna defrauda (aunque la de macarrones es, cuanto menos, extraña), pero me sigo quedando con la maravillosa tortilla de patata. Lo que no me atreví a probar fueron las tortillas dulces que hay de postre, demasiada innovación para un solo día.
Es un sitio muy recomendable tanto por la originalidad en los ingredientes para sus tortillas, como por su decoración, que te hace sentir como una celebridad siendo el centro de atención de todas las paredes del bar. Y es que todas ellas están decoradas con las poses de una modelo haciéndote fotos, con flash y todo. Curioso.