Siendo fan absoluto del comercio local, de la tienda de barrio y de saludar al tendero no puedo por menos que ponerle 5 estrellazas a esta droguería cuyos estantes permanecen perfectamente alineados y repletos de colores en una marabunta de colores casi infinita que va del suelo hasta el final de esos 3 metros de altura que tiene su techo. Tres personas que atienden amables, dos en el mostrador y un tercero paseando entre los estantes asegurándose de que todo esté en ese perfecto orden casi obsesivo. Precios normales, para nada caro. Hay quien podría considerarlo un viaje al pasado, yo lo considero más presente que nunca. No dejes de hacerle una visita si vives por la zona.