Me da un terror sin igual cuando entro a cualquier centro médico y veo por todos lados«Capio Sanidad». A mí «Capio» me recuerda a dos cosas: 1) En mi imaginación, a una empresa mala-malísima y súper villana de una película de superhéroes, de esas que intentan dominar el mundo con maléficos planes. Es que hasta el logo da repeluco. 2) A que en realidad, algunos de los centros de salud de Madrid, son privados. O públicos pero de gestión privada, lo que hace minimizar el gasto y maximizar el beneficio. Dicho esto, voy a romper una lanza a favor de este centro en concreto, o si no del centro, al menos sí del personal. Son majos, amables, y la verdad es que ayudan a los pobres viejecitos que llegan, ven una máquina y se pierden. Porque en ese intento continuo de liberarse de personal, alguien con muy mala uva ha colocado una máquina que hace las veces de recepcionista: registra que has llegado, avisa al médico y te da un papel con un turno. Hasta ahí todo bien, si no fuera porque es táctil y algunos pacientes de determinada edad no se apañan. Pero es que encima, una vez te da el ticket con el turno, te dice«pase a la sala de espera». «Pase a la sala de espera». Y cuando miras los carteles ves«Sala de espera 1». «Sala de espera 2». «Sala de espera 3». Ajá, paso a la sala de espera, claro… ¿pero a cuál? La cosa se traduce en que(obviamente) allí hay una persona en plan«por allí», «por aquí», «déjeme ver», «¿necesita ayuda, caballero?». Por lo demás, no deja de ser un centro de especialidades, con médicos. Un sitio al que sería infinitamente mejor no tener que acudir, incluso si no es por nada grave(¡como era mi caso!).