La calidad ha bajado considerablemente mientras que el precio del menú ha subido, así que no puedo más que darle dos estrellas. Por 12,40 € en fin de semana(lo cual no está mal para la zona de la que hablamos) tienes dos platos, una bebida y postre o café. Peeeeero, las pizzas estaban mucho peores de lo que recordaba, con una masa que, a pesar de notarse que era casera, estaba demasiado blanda, lo mejor eran los bordes. De los ingredientes no me gustó ninguno: ni el queso(insípido y demasiada cantidad), ni el jamón york(muy grueso y con nervios, parecía del colegio), ni los champiñones(pequeños y requemados). En cuanto a los entrantes, eran también escasos y no me sedujo ninguno ni por presentación, ni por producto ni por sabor ni por originalidad. Una ensalada sin gracia, unos champiñones rellenos de paté demasiado refritos para mi gusto y con poco sabor y unos mejillones(no clóchinas porque ya no era época) bañados en NATA y apio, jamás vi algo así, le quitaba el sabor al mejillón, que con solo hacerlo al vapor está bien rico. De los postres, la tarta de queso con mermelada de fresa estaba ultra dulce y bañada en sirope de bote, y el tiramisú bastante bueno y cremoso, eso sí. El café descafeinado rico y la atención amable y con sonrisa. Me consta que son italianos de pura cepa, pero creo que se han dormido en los laureles, recordaba una cocina mucho más cuidada y un producto de mejor calidad. La pasta de otras mesas tenía buena pinta, será plan de probarla en caso de volver a darle una oportunidad.