Por fuera no invita mucho a entrar. Lo probé porque el restaurante Taj Mahal de Oviedo me dejó muy buen recuerdo. Una vez dentro la decoración es normal, pero acorde al restaurante. Tiene un par de mesas al lado de la ventana desde la que se ve el mar. Cuando estuve allí a la hora de comer eramos la única mesa ocupada, algo que no es agradable, fue un jueves. El silencio que había en el bar hasta que empezó a sonar una música India nos permitió oír el sonido de algo calentándose al microondas con su correspondiente ‘¡tín!’ al acabar, da mucho bajón escuchar eso en un restaurante. El servicio del camarero fue bueno, sin ninguna queja, agradable. La comida me gustó bastante más de lo que esperaba encontrar ahí, le doy un 7 sobre 10. El pan indio estuvo especialmente rico ahí. La presentación fue normal.