Guajuye

Yo amo mi pueblo, y quien haya leído mis reseñas seguramente ya está harto de escuchar lo maravilloso y único y encantador que es, pero ni modo, ¡lo es! Así que ahí les va otro de los imperdibles de San Miguel:
Guajuye, ¡qué belleza! Es una fabrica de vidrio soplado creada por sanmiguelenses hace más de 20 años. Fue la primera de su tipo en la región y gracias a los maravillosos diseños, colores y calidad de los productos se exportan a Oceanía, Europa y Estados Unidos.
Si te interesa hacerte de una o varias piezas podrás encontrarlas en su tienda en el centro, pero definitivamente no las adquieras ahí. ¡Te exijo que vayas a la fabrica!
La experiencia de ver a los artesanos trabajando el material es impresionante. A mi me maravilla que una pequeña bolita de color, a las más altas temperaturas, colocada en un tubo gigante y un hombre soplando, produzca tal magia.
Todas las piezas son únicas pues se trabajan a mano y ecológicamente responsables pues son a base de vidrio reciclado.
Con tan solo meterte a su pagina de internet quedarás enamorado y harás un viaje exclusivo para ir a la fabrica y llenar tu casa de sus productos, ya lo verás.

Nos hacían falta algunos artículos para la casa, entre ellos una jarrita para agua, y pensé que era buena idea comprar en un lugar de fábrica. Había visto el letrero de este local varias veces, entrando a San Miguel por la estación de ferrocarril, así que un día que iba con mi esposa, decidí que paráramos ahí (bueno, en realidad fue idea de ella, que es muy lista cuando se trata de recordar cosas). Al entrar, descubrimos que no es el sitio para nosotros: los precios son bastante altos, y la mercancía no es tan variada como esperábamos. Tienen producto muy bonito y de muy buena calidad, pero sentimos que los diseños eran algo anticuados para nuestro gusto. Al final, para no irnos con las manos vacías, nos llevamos unos tequileros que seguro sobrevivirán mis siguientes tres generaciones (están bastante pesaditos). Guajuye adolece de lo que, desafortunadamente, está plagado San Miguel: productos tradicionales que pretenden venderse caro, aunque se vendan poco. Ni siquiera siento que sean para regalar, pero puedes darte una vuelta si te ganó la curiosidad.