No miento si digo que al menos he comido en este lugar unas 100 veces, quizá debido a muchos factores, está cerca de donde antes se encontraba mi escuela, no es caro, hay buena variedad y lo mejor de todo, sabes su negocio y ése es hacer comida. Un pequeño restaurancito donde obviamente la comida corrida es lo principal, aunque también se vende por kilo o a la carta, pero lo digno a resaltar es el menú, ya que aunque no encontrarás ostras marinas en salsa de caviar bañadas en oro, sí encontrarás guisados no tan simples ni en su sabor ni en presentación, el más simple y claro ejemplo es un muy rico arroz a la menta, un detalle sutil pero que es un buen plus. El servicio es bueno y si eres como yo y no te gusta estar tan en cerrado, cuentan con un pequeño traspatio con mesitas al aire libre donde al menos u poco más de libertad sí tienes.