Alguna vez trabajé por estas cuadras y me gustaba caminar hacia la Glorieta Camarones para tomar el trolebús que me dejaba en el Rosario. Un día me topé con una tienda donde vendían muchas cosas para embalaje y cajas de cartón. No dudé al entrar, necesitaba dar un regalo para un baby shower. Así que ví un cajón de cartón que podía forrar con pedacería que tenía de unas libretas encuadernadas de tela que vendo. Así que lo compré. Acostumbrada a gastar poco y personalizar mucho en regalos siempre busco estas opciones. Finalmente el cajón fue un éxito, que varias de mis amigas me pidieron algunos y los vendía en bazares. Me quedé con uno que nunca saqué a la venta. Actualmente ahí guardo cuanta cosa se me ocurre en mi cuarto. Pero, para mí siempre hay cosillas sencillas que pueden ser curiosas y más útiles de lo que uno pudiera imaginar.