Pocas veces mi corazón se ha derrumbado por culpa de la melancolía, pero eso sucedió en esta pequeña fonda dedicada a las gorditas y sopes. Y todo por culpa de unas fotos en blanco y negro que cuelgan de sus paredes, fotos de Zapata en Sambors o de la Ciudadelas unos días antes del infierno que seríà la Decena Trágica. Y es sorprendente que sobreviva el apetito ante la contemplación que provoca pensar que cerca de esta diminuta fonda, Zapata entró a beber agua a La Potosina o que camino por Santísima en busca de sombra para su ejército deslumbrado ante la rendición encantada de la capital. Sin embargo, es posible también que la salsa de chile seco, la de tomate o verde, sea el antídoto a la fatal melancolía. Porque la cebolla asada y los chiles toreados hacen presencia en el tasajo de cecina o bistec que ponen a los sopes. Las gorditas son de frijol o chicharrón, hay café de olla, refrescos y una fila enorme de personas que entran y salen escapando del anafre que está en la puerta y tiene una olla de café con piloncillo y canela. No hay pierde, esta a unos pasos de la Iglesia Santísima.