Crudear en lunes es el peor de los infiernos. El ruido de los cláxones, el calor del metro y los olores urbanos están maximizados y me persiguen… o al menos así lo sentí recientemente. Ya iba al trabajo con la cabeza a punto de estallar, pensando en un tónico infalible que me hiciera olvidar los excesos porque, cuando se ha andado en este camino, se aprenden muchas cosas que cortan la cruda. De mis favoritas son el jugo de naranja y el coctel de frutas pero en lunes el puesto de afuera de metro Polanco no se pone entonces, mientras pagaba la penitencia, me encontré con un oasis: la lonchería Izta donde pedí un enorme jugo, el coctel y una torta. Volví a nacer. La chica que la atiende es muy atenta y sonriente. Hay servicio a domicilio.