Ya muy entrada la noche y con unas copas encima este lugar no suena tan malo, el ambiente no es muy juvenil, los asistentes rebasan los 35 años en promedio, aunque también van algunos grupos de amigos rallando en los treintas. Para hacer el ambiente el encargado de ponerte las canciones pasa mesa por mesa a preguntar quién va a cantar y si dices que nadie, te contesta que, casi obligatoriamente, alguien por mesa debe pasar al escenario. Una vez estando frente al público espectador debes tener cuidado de elegir un micrófono con buen volumen porque uno de los dos disponibles, al menos cuando yo fui, no se escuchaba nada. Mientras un valiente canta, los espectadores corean y aplauden, eso hace que no te sientas tan avergonzado. Definitivamente este cantabar no es el mejor al que he ido, pero está bien para el post de una fiesta y para pasar un rato ameno.