Barba Azul

Tenia mucha tentación de entrar pero sentía cierto temor y más de llevar a mi mujer, creí que me encontraría mesas de hombres solos tomando con cara de pocos amigos, un buen día nos decidimos a entrar, nada que ver, nos la pasamos tan bien me hemos regresado muchas veces, hemos invitado a otros amigos, siempre nos atiende de maravilla Roberto, todo mundo es cordial y amable, el lugar es fascinante, es entrar al túnel del tiempo y sentirte en la película de «Cada quien su vida» de Luis G. Basurto, este es el ultimo cabaret que existe del México de los años 50, un día va a desaparecer, nada es para siempre, por eso hay que aprovechar que existe, va gente de todos los niveles, bien vestida, mal vestida, a nadie le importa si bailas bien ó mal, lo importante es divertirse con las orquestas en vivo que se presentan aquí, lo recomiendo, nosotros llegamos temprano para tener buena mesa, hay días en que se llena a reventar.

Amazing experience!
the real deal!
Local crowd.
Interesting deco inspired by disneyland.
Girls can be danced with for 20 pesos but if you are not looking for a dance partner you will not get a sence of this.

Este excéntrico congal en la colonia Obrera, es el mejor lugar al que puedes llevar a un visitante que quiere conocer al Distrito Federal, pero no hablo de un intento kitsch sino de una experiencia real
Aquí te topas oficinistas, mecánicos e intelectuales tratando de impresionar, o asustar a sus chicas. La música siempre es en vivo y no solo tocan las rolas famosas de Los Ángeles Azules, aquí puedes bailar lo mejor de la salsa cubana y la cumbia colombiana.
Las cubetas de cerveza es muy barata, pero a veces te las entregan quemadas. Lo mejor es pedirte una botella de ron, pedir tus aguas minerales y tus pepsis para sentirte en una película mexicana.
Entre los colores pastel, las luces rojas y la gente bailando sin tapujos, la experiencia es bastante peculiar si te late mover el bote y bailar de a cartoncito de cerveza con tu chava en un sitio en donde nadie juzga a nadie. Es ideal para apantallar a una chica que acabas de conocer, siempre y cuando le gusten las experiencias fuera de lo cotidiano.
Recomiendo no llevar automóvil, sino llegar en sitio de taxi. A la salida, hay taxistas que te esperan para llevarte hasta la puerta de tu hogar.

Este lugar es una bóveda del tiempo: en cuanto entras te sientes en la época de los pachucos. Las ficheras se reconocen con facilidad, cada baile sólo cuesta veinte pesos; no importa si eres hombre o mujer. Fuera de eso, los precios son relativamente elevados.
Fuimos a este bar para festejar el cumpleaños de una amiga, quien terminó bailando con una mujer ya mayor muy buena onda. Según nos enteramos tiene años y años vendiendo bailes en el Barba Azul. Fue una noche poco común, las bandas en vivo tocaban, principalmente, cumbias y salsas. Aunque recomiendo que no sentarse tan cerca de la pista, dado que el grito de las trompetas es bullicioso.

Este lugar no es sólo para bailar, que también se puede, si uno lo desea. Este lugar es para conseguir de todo. Uno puede llegar solo (digo uno, porque raro es que una chica llegue sola o un grupo de chicas lleguen solas a este lugar, aunque también se da la situación raras veces), acompañado o entrar sólo y salir acompañado. Ahora bien, al lado, a las espaldas del Barba Azul, por si se te hace noche o por eso del alcoholímetro, hay un hotel que, de igual manera, puedes entrar solo, acompañado o solo entrar y buscar ser acompañado.
La decoración es acorde al estilo.. Antes había en la marquesina una figura, un rostro de un diablo con barba azul, o algo así (nunca supe qué era). Ya no está. En el interior predominan los rojos, los azules, el baile. Los años 50’s. Es un lugar undrerground. Los hipsters seguro no querrán ir. Se paga para bailar, para pedir una canción, para cantar si lo deseas.

Este bar en poco tiempo se está convirtiendo en un sitio de culto. Sitio donde se experimenta el arrabal completamente. Una pista de baile y dos grupos en vivo que se intercalan. Los personajes que frecuentan el lugar lo hacen poco común; el encargado de la entrada parece un maniquí de Julio Cortázar. Hay ficheras viejas feas y tatuadas que bailan increíblemente sexy y jóvenes y bellas que no lo hacen tan bien. Viejos mayores, y no tanto, que bailan despacio y con cadencia. Clases de baile andantes.
Un personaje especial: Martinica, una viejecita que cada fin de semana baila sola y parece anda en un viaje de hongos quien aseguran, fue fichera y luego de que su cliente habitual por 20 años muriera, cada fin de semana asiste a una cita sin acompañante y siempre esta ebria.
La decoración como el nombre del lugar obedecen al cuento del fabulista francés Perrault: ‘Barba Azul’ que habla sobre un asesino serial. Pretexto para que en las paredes del cabaret se encuentren mujeres desnudas poco refinadas y en posiciones eróticas en relieve, seguidas de llamas pintadas. Definitivamente a este sitio le falta espacio para ser descrito, debes vivirlo.

Al son que te toquen bailas, y es que este antiguo lugar sigue dando para mucho. En la época de los cabarets, el Barba Azul, tuvo su resplandor; pero hoy en día sigue siendo un sitio donde la diversión promete. Al ritmo de una orquesta en vivo y una gran pista de baile, la noche parece detenerse sin llegar a su fin. Además su decoración original hace alusión al cuento del mismo nombre.
En varias mesas, mujeres entalladas en vestidos esperan a que alguien las saque a bailar por la módica cantidad de veinte pesos por pieza. A pesar de que los precios de barra no son tan baratos como uno esperaría por su ubicación, uno no necesita mucho para pasarla bien a gusto. Eso sí, el servicio que proporcionan es muy amable: el mesero que te atienda siempre estará atento a que no te falte nada.