Conocí a Rubén Matiella, director del museo, luego de que por internet demostrará interés por mi trabajo. Coincidimos en hacer un proyecto de exposición juntos para el museo. Me latió la apertura a nuevas propuestas, sobre todo relacionadas con erotismo y sexualidad, temas que constantemente manejo en dibujos y fotografías. Viajé para conocer el museo y proponer algo. Mi exposición se pospuso medio año debido a que, de último momento, la Secretaría de Hacienda prestó una colección de Francisco Toledo al museo y lo pusieron en la sala que me habían asignado. Cuando llegó el momento y llegué a la ciudad meses después, lo primero que hice fue llevar a chavos para sesiones de fotografías en el museo. Los vatos de Hermosillo son los más guapos que me ha tocado ver en el país. Aproveché para tomar todas las fotos que pude en todo tipo de situaciones. En carretillas me llevaron arena roja del desierto para crear una montaña en la que enterrar desnudos a los modelos. En los andamios se colgaban para crear distintos tipos de composiciones. Las sesiones duraban hasta bien entrada la noche. Siempre tuve acceso al museo y todas las facilidades para hacer lo que se me hinchara la gana. Fue una de las experiencias más divertidas que he tenido. El museo no sólo ha invitado a artistas del DF. Tiene una amplia oferta de exposiciones y propuestas de artistas de la ciudad y la región. Es sede de bienales, conciertos, muestras internacionales y de grandes artistas, Gabriel de la Mora, Alex Dorfsman, Toledo. Las instalaciones son amplísimas y relativamente nuevas. Con no más de tres años, se ha convertido en el museo más importante del noroeste de México. Siempre es bueno darse una vuelta por ahí. Espero volver a ir y hacer algo allá pronto.