La verdad es que buscábamos otro lugar… Pero encontrar Mar y tierra… le llamaré «serendipia» o «un fortunado accidente». El lugar es pequeño, pero tiene sillas confortables, música a un volumen perfecto y pantallas con deportes estratégicamente situadas para que no estén en competencia con la dinámica de cada mesa. El mesero, un muchacho joven y muy agradable, se esmeró en atendernos –con un consomé de camarón(complementario) se ganaron nuestra confianza! Los platillos tenían muy sabor y los ingredientes son frescos y siendo un restaurante de mariscos, es lo que necesitar para disfrutar tu comida. Las porciones son suficientes para salir sintiéndote satisfecho/a… Si quieres comer hasta casi explotar, paga lo mismo por un buffet chino y mucho menos calidad de ingredientes! Buen lugar. Lo recomiendo pare esos días en que se te antoja algo diferente pero no quieres andar buscando como loco/a por toda la cuidad!