Llegué al Rubiks por pura casualidad con unos amigos. Estabamos buscando lo que era en ese entonces el Diván de Alicia. Desde un Seven eleven vimos el letrero a lo lejos: Rubiks y un patrón de cuadros de colores chillones. Entonces escuchamos Blue Monday de New Order a todo volumen, la música venía de ese lugar. Nos acercamos a la entrada y un hombre nos pidió nuestras identificaciones. Pensamos que nos iba a cobrar cover antes de que nos dejará pasar al segundo piso, que es donde está el bar. El sonido se hacía más fuerte y el sonido cambió a Depeche Mode. Había una pista de luces de colores y gente con chamarras de piel bailando sobre ella. Parecía que los metaleros de Diván se habían quedado en el lugar. Una chica muy amable nos ofreció de tomar. Pedimos una caguama para escatimar en gastos y coperar entre todos. Sólo tenían Pacífico. La tomamos en la pequeña terraza que tienen. Caben unas 20 personas a lo largo de ahí. Después de un cigarro, música ochentera y ver los murales de películas, videojuegos y referencias de la década, partimos al siguiente bar.