Museo de la Educación Gabriela Mistral

En una noche de los museos de BsAs conocí el museo de la educación de ellos, y me gustó tanto ese paseo por la historia educativa que me dio un poco de envidia que acá no lo tuviéramos. Pasaron un par de años y por motivos azarosos descubrí en internet que efectivamente teníamos un museo de la educación, así que no perdí más mi tiempo y en un día del patrimonio me armé de ánimo para ir a conocerlo.
¡Me encanta este museo! Me gusta todo de él… por ejemplo que haya sido fundado bajo el alero del único presidente– profesor que hemos tenido en Chile (Pedro Aguirre Cerda). Me gusta que te hace ver la educación desde otro punto de vista, como el espectador de un viaje en el tiempo, en dónde vas descubriendo como cada mínimo detalle influye en el proceso educativo, y en cómo la visión de la relación profesor– alumno ha cambiado también.
Recuerdo que cuándo vi esa especie de paleta con agujeros para golpear a los alumnos problema, pensé de inmediato en La Sociedad de Los poetas muertos ya que a uno de los protagonistas el director le pega con una paleta igualita.
Este museo debería ser mucho más conocido ya que sirve para tomar consciencia y reflexionar sobre la educación, un tema tan en la palestra por estos días.

Confieso que no tenía idea de que este museo existía y me enteré porque tuvimos salida grupal en el colegio. A mi me gustan los museos, pero este no me atraía en particular, aunque después cambió mi percepción. Tal vez a simple vista no parezca tan motivante el tema (después de todo, muchos no echan de menos el colegio), pero créanme, es muy interesante incluso para múltiples visitas, especialmente si se va en tour.
El museo se creó en la construcción que fue la Escuela Normal N°1 de Niñas «Brígida Walker». Cubre la evolución de las salas de clase y los métodos de enseñanza, y se expone cómo lo segundo influía directamente el diseño de lo primero. Sin embargo, una de las situaciones más chocantes fueron los métodos de castigo. Todos saben que antiguamente los métodos podían ser brutales, pero en el museo se conservan objetos donde se puede ver que incluso el diseño estaba pensado para ser eficiente para dicho propósito, lo que es un concepto muy cruel. Otros aspectos dignos de observar son los materiales de las clases de ciencia y me llamó la atención que muchos de ellos fueran tan elaborados y didácticos para la época y podrían hasta competir con materiales de hoy.
Ciertamente es una visita que puede sorprender y vale la pena hacer, especialmente para los amantes de la historia.

Por una actividad de un taller que estuvimos realizando en el Gam, tuve que asistir a este museo. Lo que antiguamente fue una escuela normalista, es la típica casona de más de un patio interior que tiene hermosos jardines, maravillosos piso de cerámicas con dibujitos, vigas, donde obviamente me imagino altiro, las fiestas, banquetes y secretos que deben esconder sus paredes.
En sus obras tienen por ejemplo, haciendo un recorrido por los procesos de la educación un rincón de castigo donde encerraban a los niños que se portaban mal, asientos con hoyito para el tintero o unos arminículos que me parecen algo más parecido a un dildo que otra cosa.
Si te interesa el tema de la educación en Chile, también tienen visitas guiadas. Ojalá que te toque con María Fernanda, porque es seca para hacer de guía de manera súper choriflai y bien alejada de las formalidades que me aburren tanto.