Cualquiera podría pensar: «¿Cómo es posible que exista un kiosco acá, donde nunca pasa nadie?». Y efectivamente, esta intersección es un sector bastante desierto la mayoría del día y no es mucha la gente que pasa caminando. Además, pasan solamente dos micros y algunos colectivos. Pero el dueño de este negocio encontró la solución perfecta para que su kiosco funcionara. Y estoy segura de que muchos agradecemos su existencia. Partió como un vendedor ambulante, que se veía todas las mañanas en la esquina, justo al lado del paradero de micros que hay ahí, vendiendo sándwiches, bebidas y otras cosas que te hacían la espera un poco más agradable. Ahora, tiene su propio kiosco establecido en ese lugar, uno verde y de verdad es el único, imposible no verlo. Pero abre sólo en las horas peak, cuando esos paraderos están más llenos. Siempre, sin falta abre temprano en la mañana(si pasan por ahí a las 7, el ya está instalado), y ya tipo seis de la tarde se ve el local abierto otra vez. El resto del día, está cerrado.
