Durante la enseñanza media llegué a este lugar acompañada de un tío que vive en el extranjero, estaba a punto de terminar mi cuarto medio y no sabía que quería hacer y él me dijo que postulara a las becas del instituto y que me fuera a Alemania. Gracias a ese primer acercamiento conocí las múltiples actividades que hacen acá, desde exposiciones, charlas, clases de alemán pero también de español y lo mejor de todo es que no necesitas ser alumno del instituto para asistir, hay algunas actividades que son gratuitas y otras a precios muy accesibles.
Ana U.
Place rating: 4 Santiago de Chile, Chile
Conozco el Goethe Institut porque tuve un tiempo clases de alemán ahí. Es uno de los institutos más prestigiosos de dicho idioma en Chile y con razón. Las clases son muy completas y realmente intensivas, así que tiene su buena demanda. Además de las clases, también promueven muchas actividades relacionadas al tema, como charlas o seminarios, por lo que, si no están inscritos en clases, igual pueden asistir y aprender. Algo que critico de las clases es que en las etapas de principiantes no todos los profesores son nativos. En lo personal prefiero que lo sean para captar de entrada la pronunciación. Aparte de eso, sin embargo, es sin duda un excelente lugar para los amantes del idioma alemán.
Mónica D.
Place rating: 5 Santiago de Chile, Chile
El mejor centro cultural de Santiago. No sólo enseñan alemán(y español para extranjeros) también ofrecen conciertos, teatro, lecturas dramatizadas, charlas, seminarios, tienen biblioteca, coordinan ciclos de cine alemán, exposiciones, giras y, una que otra vez, promueven a algún austriaco o a algún suizo talentoso. El clásico edificio del Goethe en Esmeralda 650 quedó muy dañado después del terremoto de febrero de 2010, así que se trasladaron a unas instalaciones provisionales en Holanda 100 mientras reparan su hogar original. En esta nueva ubicación están mucho más restringidos de espacio, así que apelan a toda la creatividad y flexibilidad para poder adaptar su súper nutrida agenda cultural al nuevo lugar. La última vez que fui al Goethe fue la semana pasada, estaban dando una función de «Delirio» de Falk Richter con la dirección de Heidrum Breier, tal vez la mejor obra que he visto en el año. Parte de los aciertos de la obra estaba en utilizar las salas de clase como parte del escenario en donde transcurríà la acción. Los del público nos sentamos en el hall de espera, la mesa de luces y el audio estaban en la recepción, todo a la vista, desnudando los mecanismos de la puesta en escena. Genial. El Goethe no va a dejar que unos problemitas de espacio se interpongan en su mandato de llevar la cultura alemana al mundo.