Excelente ambiente y muy rica la comida. La especialidad son los pasteles y kuchen. Recomendado para el almuerzo los caseritos diablo(especie de ravioli relleno con lomo al merkén) y la naranjada con frambuesa. El único problema es la atención. La primera vez que vine demoró 30 minutos en llegar la comida a nuestra mesa y la segunda vez tardó 50 minutos… sumado al apetito feroz a las 14:00 hrs, pésima combinación. Si bien la comida es realmente rica, nunca es bueno esperar tanto, por lo que recomiendo venir con mucho tiempo y cero hambre. La atención deja bastante que desear… muy pocas meseras para un local lleno de familias, y el dueño que tampoco coopera y sólo atiende la caja.