El Taller

¡Qué ricos los sanguchitos del taller! Más si uno los acompaña con un excelente café preparado.
En verdad todo lo que se vende de panadería en este lugar es de excelente calidad, al igual que los helados. He ido al mediodía y la lasaña que comí podría haber estado mejor condimentada (era de acelga y a mí me gusta la espinaca)
Siguiendo toda la onda de cafetería de especialidad, tienen varios orígenes y además venden insumos y algunas cafeteras para ser parte de la nueva ola del café filtrado.
Muy recomendable para el desayuno, merienda y para un helado en días calurosos.
Lo malo:
Los sábados abren muuuuy tarde. Pasé a las 10 y todavía no abierto, ¡media pila loco!
A veces los mozos son medio –bastante– lentos. A veces justo te toca uno bueno.

2a vez que vengo. La 1a de nuestro pedido (eramos 2 peronas) llegó todo mal (café frío, machiatto sin leche, galleta que nunca llegó.
Volvimos, dándole una 2a oportunidad, porque la propuesta nos agrada. No nos dejaron sentar donde queriamos porque estaba reservada el área. 2 chicas que llegaron justo después les dijieron que habían cerrado…
Creo que deberían revisar la atención al cliente, porque no sé si volveremos una 3a vez, los empleados no invitan a eso. Ah… Y el machiatto, el café estaba quemado y tibio.

Después de varias visitas, 5 estrellas bien ganadas.
Llegue por el café y encontré uno excelente, he llevado varios amigos a probarlo y después me los encuentro allí regresando por mas.
Los helados son la especialidad y siempre están cambiando sabores, acabo de comer uno de chancaca con canela y naranja… Sopaipilla pasada en helado!!!
Un detalle que se agradece tanto en los helados como en el café es el uso de agua de manantial, el agua de Santiago es muy dura y tiene un sabor fuerte que afecta la calidad de estos productos, ya se que dicen que el agua es insabora, pero créame los minerales que contiene afectan… fíjate en tu ducha, eso mismo que queda allí te lo tomas si usas agua de llave! :S
Los sándwiches son el arma secreta, son muy chilenos, muy ricos y muy buenos. La preparación es muy moderna pero los sabores son clásicos: su pernil con chucrut o su buena mechada… Excelentes!
Los dueños son súper simpáticos y siempre están felices de conversar y hacer barrio con los clientes frecuentes.

Fui a probar la propuesta de este lugar que se instaló donde antes había un Cataño (punto aparte, ¿Porqué tantos Castaños?)
La decoración es muy bonita y cuidada, se nota el gusto por los detalles y hacer sentir agradable el lugar. Se demoraron un poco en atenderme pero se entiende debido a que solo hay dos garzones para atender las mesas de dentro y afuera (punto que se vuelve crítico con el local a tope)
Vamos a la comida, me tentó pedir una hamburguesa de quinoa (4900 CLP) la cual superó mis expectativas, estaba realmente sabrosa, venia con palta, lechuga, pepinillos y ricotta mas un acompañamiento en formato salsa. Sea vegetariano o no, dele una oportunidad a la quinoa.
Para volver a trabajar con todas las ganas (?) pedí un café de grano (1900 CLP) en formato dripper el cual me explicó el garzón, el grano venía de etiopía, El café realmente estaba excelente, el sabor exquisito y cero gusto a quemado, me alcanzo para dos tazas generosas fácil. Quiero volver

Es el local nuevo del barrio y llegó en grande. Es precioso, con una estética provenzal muy acogedora, abundante en maderas y colores pasteles, mesas/​sillas cómodas y un pequeño living con diario incluido. Los helados son de producción casera y los comensales arrasan con ellos; cuando fui hacía mucho frío, si no, me habría llevado un pote de vainilla lavanda o de helado de negrita, uno de los más pedidos. Hay leche de soya o sin lactosa para los preocupados, sándwiches exquisitos con pan muy fresco y varios tipos de té y café. Excelente debut y mis felicitaciones, porque ya que vivo cerca, volveré, OH VOLVERÉ.