Terminamos en Hosteria Lely un poco por casualidad y desesperación. Fue realmente el único lugar que encontramos para hospedarnos en esas fechas y que estuviera mas o menos en precio. No me arrepiento para nada. Lely está atendido por sus dueños, una pareja de abuelitos amorosos. Como todo en Miramar, la hosteria es familiar, sin lujos y sin nada de innovación. Pero la calidez con la que te atienden y reciben es maravillosa. Las habitaciones son amplias y bonitas. No tienen tele, ni radio, ni despertador, ni heladera. Pero son limpias, luminosas y cómodas. Nuestra habitación era la única con un balconcito. No lo usamos nunca, pero estuvo bueno poder abrir la ventana y que entrara sol a la tarde. La hostería tiene wi-fi, pero lamentablemente no llega a las habitaciones. Podes bajar y sentarte en los sillones del living o en el comedor, en caso que quieras conectarte a internet. Eso sí, también como todo en Miramar, es lento. Las habitaciones vienen con desayuno incluído. No es muy estrafalario: café /té /leche chocolatada, medialunas, tostadas y manteca. No se ofrece almuerzo ni cena, pero podes dejar tus compras en una heladera«comunitaria». Es una buena opción realmente, mucho más comoda, más linda y limpia que otras hosterias que visitamos.