Fui con una colega por recomendación de otra, que vive en Neuquén, durante un viaje laboral. Reservamos un par de horas antes y, cuando llegamos(un miércoles a la tarde), había solo una pareja con una criatura. Hay que ir en auto con alguien del lugar que sepa, porque era en el medio de unas chacras de frutas, con caminos de tierra(había llovido mucho y estaba todo embarrado). Nos recibió una chica que, ante nuestra cara de maravilladas por la belleza del lugar, nos dijo que podíamos dar un par de vueltas por ahí, sacar fotos y después entrar a la casa. Eso hicimos y el lugar es precioso. Finalmente entramos y nos pedimos una merienda completa(190 $) y un té aparte. La chica nos dijo que una merienda alcanza para alguien que come mucho y es para compartir si no comés tanto, así que eso hicimos. Tienen muchos tés, aunque varios son en saquitos, tipo Inti Zen o algunas marcas de la región. Nos pedimos dos en hebras, que trajeron en teteritas divinas. Vienen cosas dulces y saladas, todas caseras y fresquísimas. También se puede pedir tés y cosas para comer por separado, sin necesidad de pedir las meriendas completas. El ambiente es tipo la casa de la abuela, perfumada, con tacitas y teteras por ahí, fotos de la familia que arrancó con la chacra(y cuyos descendientes siguen ahí), etc. Una de las chicas que atiende es la que hace las tortas, y nos contó que son recetas viejísimas de la familia, que tiene que seguir al pie de la letra. La dueña, Nancy, estaba de viaje, pero suele estar ahí y hace artesanías, que también vende. Nos contaron que, en temporada, organizan recorridos por la chacra, hacen recolección de frutos(frambuesas, moras manzanas, etc.) y demás actividades, sobretodo en verano. Es un lugar imperdible si andan por la zona, comés rico, te tratan bien y la vista es preciosa.