Kelly Almacen

Llegué medio que de casualidad, porque vivo muy muy cerca, y necesitaba WiFi. Me encontré con un ambiente cálido, una atención de primera y precios buenos por lo delicioso de sus productos. Tip que me encantó: cuando pedí té, me trajeron toda la caja para que elija de todas las opciones que tenían. Recomendable.

A este restó monono le falta «algo». Es la segunda vez que voy y habiendo sido la primera cuando recién estaba inaugurado, siento como que siguen en eso: inaugurando. El lugar es lindo pero poco cálido. Tiene los azulejos blancos como parte de la decoración principal, en ese estilo de almacén canchero con aire norteamericano. Pero huele a humedad, de esa que se siente cuando acabas de restaurar un lugar y aún quedan cosas para hacerle.
La carta es simple: ensaladas, tarta del día, sandwiches, limonadas y algo de vino. Parece que les sobra queso brie porque éramos 4 que pedimos cosas distintas y todas traían brie. En mi caso probé un sandwich en baguetín (muy suave el pan, rico) de jamón crudo, brie, rúcula y manteca con hierbas. Cumplió: no lo pude terminar. Venía con papas bravas con romero y estaban muy buenas.
Para tomar, limonada frozen en jarra de litro que compartimos entre dos. Mis amigas pidieron tarta y ensalada junto a otra limonada y pagamos en total $ 460. El servicio era atento.

El barrio necesitaba esta oferta gastronómica.
Gran café, precios razonables y gran atención. Para trabajar solo, una charla tranquila y venir con los chicos a dibujar.