El Gramófono

Una vez que logras hacerte paso por entre el batallón de duendes colgados del techo (yo entré agachada para no tirarle ninguno) entrás propiamente al local. De esos mismos duendes penden algunos cascabeles que hacen que su dueño salga a tu encuentro desde una salita mínima al fondo. Listo, ya saludaste y estás adentro. El dueño te pregunta qué buscabas (duendes seguro no) y pedís ver los vinilos. Te manda al fondo donde los tiene acomodados por género en unas bateas y él desaparece de nuevo.
Tiene banda de discos lp y en cinta de lo que se te ocurra, ¿buscas Pink Floyd? tiene, ¿buscás compilados bizarros de los 80’s? tiene,¿nacionales? también, menos Charly que no los vende. De los que abrí, en general estaban en buen estado, con pocos rayones en la pasta del disco, algunos también casi nuevos. Lo que no se conservaban tan bien eran las tapas que estaban algunas muy percudidas, pero si lo que vas a escuchar es el disco, adelante. No es un local cool de vinilos (por si te quedaba alguna duda), pero es diferente y muy completo. Los precios de los vinilos es un tema complejo porque en general depende del amor que le tenga el disquero, pero acá los vi bastante bien. Tenía algunas ediciones argentinas, pero en su mayoría eran tiradas extranjeras.
Vendía algunos gramófonos y bandejas, pero no me atreví a ir a esa zona del local porque había más duendes.
En otro rincón tenía una colección de juguetes de M&M también que me hizo añorar los 90’s, snif.
El local si bien es excéntrico, la mercadería que tiene es buena.
¿Ya les dije que le tengo pánico a los duendes?