Biblioteca Ricardo Güiraldes

Soy una ávida fan de las bibliotecas públicas de Buenos Aires. Ésta, especialmente, es de las más lindas. Es la biblioteca central, llamada Ricardo Güiraldes (el autor de Don Segundo Sombra, muchachos) y el edificio que la alberga es una casa HERMOSA construida en la década del 20 en estilo Tudor.
La gente que «habita» este lugar es lo más. Me acuerdo la primera vez que entré que justo estaban por cerrar, pero el chico de la puerta me hizo pasar, me llevó a ver las salas, como para que supiera que había adentro, y me pasó el formulario para asociarme. Los espacios son maravillosos, todos de madera, bien con aspecto de castillo. A mi gusto es medio cavernoso todo como para ir a estudiar, ponele, pero es muy lindo pasar y mirar los espacios aunque sea.
La mayoría de las veces no tuvieron las cosas que yo precisaba (una lástima) pero si les gusta mucho leer, pero no así gastar dinero en libros, recomiendo mucho asociarse. Es facilísimo y totalmente gratuito.

El edificio en donde funciona la Biblioteca Ricardo Güiraldes, en Recoleta, es increíble. Con varios pisos en los que además funcionan la Biblioteca Tesoro Circe y la sede de la Dirección General del Libro y Promoción de la Lectura, a cargo de la red de 29 bibliotecas públicas de la Ciudad de Buenos Aires, invita con su jardín a sacar un libro y sentarse largo rato a olvidarse de todo.
Entre los libros viejos que tiene hay una Biblia del año 1600, una edición del Diccionario de la Lengua Castellana, publicado por la real Academia Española en 1726, y una edición de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, del año 1780.
Siempre hay muestras de arte, talleres y charlas de debate sobre un montón de temas, además de Ciclos de Cine y ofrece los servicios gratuitos de lectura en sala, préstamos de libros a domicilio para asociados, acceso a Internet a través de computadoras de la biblioteca, WI FI, servicio de referencia y lectura de los principales diarios y revistas. La asociación es gratuita y el trámite es muy sencillo.

Un lugar al que nunca había ido, lo crucé de casualidad caminando por Recoleta.
Aunque tenés que ir con turno, (el señor me dejó pasar a mirar) podés recorrer el piso de abajo que tiene un exhibidor con algunos títulos, un fichero enorme con todos los nombres de los libros que podés consultar y una galería en donde hay colgados algunos dibujos, en su mayoría son tipo grabados de escritores que me encantaron.
Al fondo de la galería, hay un patiecito para sentarse y un par de árboles que dan sombra, es como si fuera un corazón de manzana.
No tienen artículos a la venta, pero sí una colección enorme de libros. El señor que me atendió me dijo que había ejemplares de más de 100 años.
Me encantó, sobre todo la tranquilidad que reina.